lunes, 21 de noviembre de 2011

20N: jodidos y humillados.

Vaya por delante, antes que nada, mi reconocimiento y admiración por las personas honestas que, aún con la que está cayendo, siguen en la brecha de una de las actividades más apasionantes del quehacer humano -por desgracia no lo parece siempre- tal cual es: la Política.


No sé que sería de nosotros si, como podría suceder en el día de hoy, esta gente deja todo en manos de la derecha arrolladora... y se marcha a "atender a lo suyo", como hacemos la inmensa mayoría. Muchos, incluso ayer, dejando -a los honestos- en manos del vendaval. Flaco favor les han hecho.


Aunque de mala gana, he votado al "partido socialista". Lo habría hecho con menor disgusto a "izquierda unida" pero, en A Coruña, parecía como tirar el voto. 
No contemplo la alternativa nacionalista porque, a pesar de las buenas intenciones de muchos nacionalistas -buena gente- sigo considerando un grave error ese planteamiento. Sigo siendo muy primario y... la tierra... para quien la trabaja. No para quien la canta.

Eso no me hace, en absoluto, creer que el actual partido socialista colma mis aspiraciones ciudadanas. 

Ayer he visto al Sr. Cayo Lara, con la sana alegría del pobre, felicitarse por el buen resultado electoral de "izquierda unida". 

"Izquierda Unida"... "Partido Socialista"... se me hace que hay más "mercado" detrás de esas "denominaciones" que lo que, de verdad, representa su valor semántico. Y, sin embargo, detrás de ese valor "semántico", hay un gran vacío que urge rellenar porque, cuantos más años pase la derecha en el poder, más nos acercaremos al modelo social asiático, aunque le pondrán la cara de "modelo social europeo... pobre".

Me imagino a la gente de Izquierda Unida celebrando el rendimiento de su trabajo y, a la gente de la cúpula del PSOE, preocupada. ¿Por qué?

¿Es este el "fin" del trabajo político de la izquierda? 

Me imagino a millones de personas, tan de a pié como yo, jodidas y humilladas. ¿Por qué?

Porque los que se han cargado a Garzón tienen todo el poder. 

Los mismos que han despedido, en los últimos años, a tres millones de trabajadores, tienen a su partido en el poder.

Porque todos los "superfachas" que hay, en el país, tienen a su partido en el poder.

La mayoría de los que han delinquido desde las instituciones -que gobernaron- tienen a su partido en el poder.

Porque los "jueces" que han protegido los desmanes del PP -y sus cómplices- tienen a su partido en el poder.

Las empresas de "comunicación" que juegan a favor de la derecha, porque son de la derecha -casi todas- tienen a su partido en el poder.

Porque todo lo que, de bueno, se ha hecho en los últimos años está en peligro.

¿Hay algo que celebrar?


¿La izquierda, en su conjunto, ha sido capaz de explicar a la ciudadanía que estamos atravesando una crisis capitalista? 


¿La izquierda, en su conjunto es, realmente, transformadora?




Sin duda alguna, no soy la persona adecuada para dar consejos a nadie. Pero, ya que no soy nadie, ni tengo nada, tampoco "nada tengo" que me impida decir lo que pienso sobre cosas que conozco, porque las he tenido cerca.


He seguido la evolución de la izquierda desde finales de los años sesenta, especialmente en la zona de Ferrolterra, donde vivía. He visto "hacer carrera" a muchos mediocres y quedarse rezagados a verdaderos luchadores, honestos y, sin duda alguna, transformadores de la realidad social en la que estaban. Eso se mantiene a día de hoy, cuarenta años más tarde. Es una tragedia ver como algunas "tribus" -que dominan la izquierda coruñesa- siguen ostentando la representación de los más desfavorecidos por la crisis.

La "izquierda" -responsable de la humillación que hoy sentimos muchos- tiene que desprenderse de los "pavos reales" y de la mediocridad que mantiene entre sus filas. 

Los "pavos reales" son todos aquellos que se denominan "de izquierdas" -los hay capaces de crear su propia "marca política", aunque no los voten ni en casa- y desconocen que el primer "gen de la izquierda" es la unidad. 

Así de claro... la unidad... por encima de uno mismo. 

Los mediocres -con perdón- son esos que ni siquiera han cambiado los calzoncillos en los últimos treinta años. Ni los cambiarán. Estos no cambian nada, si no es para mejorar ellos mismos. Su único mérito es anotarse a la tribu ganadora y seguir en el carrito. Hay más de los que parece. Los hay que creen que el estado de bienestar es votar al PSOE.

El "mercado" también ha creado a gente de "esta".

La unidad, decía, para conseguir la mayoría social que propicie la transformación -democrática- del sistema y no para "quitar" a unos y poner a "otros" y, todos, con el mismo calzoncillo. Personas que "cuestionan" al capitalismo salvaje tal cual hace Caperucita con el Lobo Feroz; con perdón.


¿Me he pasado? Es que... estamos en guerra. Cinco millones de parados y millón y medio de hogares sin esperanza. La guerra mata de golpe. Esto es una tortura.

Pero no es "poca cosa" lo que estamos sugiriendo. A fin de cuentas, las últimas experiencias de Cataluña -muy mal- o de Galicia -bastante mejor- en coaliciones de gobierno, han supuesto una degradación de la imagen política de los partidos que han sustentado esos gobiernos autónomos, al tiempo que un ascenso "social" de la derecha, y sus fórmulas. En Cataluña, la derecha tiene dos fórmulas electorales: CIU y PP.


A pesar de eso y, teniendo en cuenta que hay que crear una mayoría social en Europa -y extenderla al resto del mundo, en lo que se pueda- hay que ponerse manos a la obra, sin más dilación.


Por el camino ya habrá tiempo de discutir como se repartirán, "sus señorias", los cargos. 


Un buen método es la creación de un Programa Común de la Izquierda (PCI) para incorporar a toda la ciudadanía a la tarea que, no hay que esconderlo, llevará -incluso- décadas. Verán "sus señorías" que la ilusión por la sociedad, sin la inestabilidad del capitalismo salvaje, tiene más -y mejores- adeptos que el "ilusionismo capitalista" del "mercedes" para "todos". Todos "los espabilados", claro.


(continuará)

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