miércoles, 2 de noviembre de 2011

La plataforma social (1) Antecedentes.

A nadie, con sentido común, se le ocurriría regalar un arma de fuego a un niño y, si se apura un poco la idea; ni a un niño, ni a nadie. Las armas de fuego deberían ser una especie a extinguir.
Tampoco es de mucho sentido común prender fuego a la casa de uno, o a la de otro. El fuego es un acto físico-químico que habrá que manejar con mucho cuidado y, en el futuro, más. 
Convendrán conmigo que, no hace tantos años, no era fácil arruinar a una familia. El que tenía cabeza -trabajando duro y sin despilfarrar- llegaba al final de su periplo con una mejora en su nivel de bienestar y en el de su familia. También en el de su país. 

A día de hoy y, tras los enormes avances en tecnología y en casi todos lo órdenes sociales, es posible arruinar un país o un proyecto social -por ejemp. el estado de bienestar- en pocas horas. "Hemos" inventado la fórmula: los mercados.

Si en los buenos tiempos de mi abuela, yo estaba a su cargo, se me ocurre inventar "estos" mercados, la cantidad de "ostias" que me caerían sería infinita. ¡Y qué agradecido le estaría yo!

"Ahora", después de tanta hegemonía de los mercados,  se le ocurre al Sr. Papandreu, preguntarle a los griegos si les gustan los mercados. ¡¡¡Tiene tela!!!

La derecha helena, que pertenece al mismo grupo europeo que la Sra. Merkel y Sarkozy, es la que ha dilapidado la mayoría de los fondos de cohesión que Europa ha dedicado a Grecia y falseado las cuentas públicas para eximirse de responsabilidades y, luego, "traspasar el poder" al partido socialista griego, en unas "elecciones cantadas".

Yo, que ya llevo sesenta y un años por estos pagos, recuerdo diferentes "estados" en lo económico o lo político, tanto en España como en Europa o en el resto del mundo, creo que hace falta un poco del sentido común que tenía mi abuela. 

Este sentido común lo hemos visto reflejado muchos españoles -la gran mayoría- en la etapa de la transición y, más concretamente, en los llamados "Pactos de La Moncloa". 

¿Cuál es la principal diferencia entre estos dos "momentos sociales"? La siguiente: en los años setenta la ilusión y la fuerza ciudadana obligaban al esfuerzo a quienes detentaban la soberanía popular y, hoy, la sociedad está atemorizada por quienes "controlan" a los -actuales partidos políticos- que han perdido la soberanía popular, en las "manos" de la presión de los mercados.

No dejaré de reconocer que, la ciudadanía en general, somos corresponsables, por dejadez, casi todos, o por complicidad.

En los años setenta la ciudadanía española estaba "ON" y tenía líderes y partidos políticos de "otro nivel". Hoy, la mayoría, estamos "OFF" -por hastío o por "nulidad económica surgida"- y no hay demasiado nivel en quienes "deberían preservar" la soberanía popular. La mejor prueba de ello son los salarios que se cobran en la política. De la banca, o la gran empresa, mejor no hablar. Demencial.

La primera lección que deberíamos de extraer de esta situación será la siguiente: Cuanto menos se le deba a los mercados, mejor. Pero, esto, por sí solo, no es suficiente. La gran lección es: Regular, socialmente, los mercados. Los del dinero y los de las transaciones comerciales. Especialmente los especulativos. ¡¡¡Tiene tela!!! Pero se puede, como todo, claro que sí.


Hay que iniciar dos caminos. el primero a nivel local en cada municipio; el segundo a nivel personal, para extenderlo a todo el llamado primer mundo.

El primero de los caminos llevará a la conquista, democrática, de la mayoría en los comicios locales. No se competirá con las ideas clásicas. Ese camino lo "tienen en exclusiva" los partidos tradicionales. Las ideas que deben diferenciar a las plataformas sociales pasarán por la recuperación de la soberanía popular y por situar la primacía del ciudadano, sobre el coche, en las ciudades y todos los cascos urbanos. En las zonas rurales el primer punto de apoyo será la recuperación ecológica del territorio. Estos temas, junto con la pertinente programación social de la actividad política en cada municipio, deberá ser suficiente para incorporar a cualquier ciudadano, votase a quien votase, a una nueva ruta social. Para esto habrá que encontrar -en cada municipio- a personas más preocupadas por los objetivos que por mantener situaciones personales.

La segunda iniciativa de la plataforma social será la de no comprar -a nivel personal-ningún artículo que proceda de países que no dispongan de sistema democrático, seguridad social y enseñanza pública. Para esto habrá que organizar un estudio pormenorizado y establecer un calendarios de transición, para aquellos países que, teniendo necesidad de dotarse de esos servicios sociales, no disponen del desarrollo suficiente. Para el resto de países -los que tienen medios y no tienen ganas- se mandará una lista a la ONU en la que se explicitará la necesidad de poner en marcha estos objetivos y, mientras tanto, la población se abstendrá de comprar sus productos.


Continuará (2) Como se ejerce la soberanía popular.

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