miércoles, 14 de diciembre de 2011

La plataforma social: 3) la penúltima revolución. El consumo inteligente.

Me resisto a bajar los brazos y dejarme llevar por el desánimo. No es fácil, si tenemos en cuenta los millones de votos con los que "cuentan" los inmovilistas para decir que la democracia -en España- goza de buena salud. Estoy seguro de que los hay de todos los colores y, mucho más, de que se equivocan... y lo saben. A no ser que la democracia sea "esto". Si así fuese el caso, que paren el mundo y que suba el "Che", o que baje Cristo, a vernos.

También doy por cierto que, de entre los políticos con responsabilidades, los hay que quisiesen ir "más lejos", pero se ven con las manos atadas. Desde un puesto de responsabilidad de gobierno es muy difícil "embestir" contra el sistema financiero -es un pilar básico del sistema- o contra las decisiones del "Dúo Anémico", que pilota la UE hacia una nueva recesión.
Dicho esto, no dejaré de reconocer que, con los fondos europeos que hemos recibido estos años, no se ha hecho todo lo que se debiera y sí bastante de lo que era prescindible. Véase el empuje de países como Corea que inunda de televisores, buques o coches, el mercado. Mejor hubiese sido invertir en el estudio de nuevas tecnologías para el televisor y no para tener una televisión autonómica cada cien kilómetros, por poner un ejemplo.

Asimismo doy por hecho que ya tendrán claro, quienes dirigen algún tipo de administración, que no se puede vivir permanentemente del crédito -o de fondos que "ponen" otros- para mantener estructuras no productivas. Cae de cajón.

La situación es compleja -más en España, por el nivel de desempleo- y requiere movimientos que sobrepasan las fronteras de cualquier país o región económica. Es la manoseada globalización.
Pero no era difícil anticiparse a la "llegada al mercado" de productos -de menor calidad, a precios bajos- que pondrían en peligro a millares de empresas europeas, a sus trabajadores y, por último, al modelo social europeo.

La pelea, ahora, de los dirigentes de la UE -Merkel, Sarkozy- es: cómo defenderse del "ataque de los mercados", sin decir que viene de los mismos cimientos del capitalismo, que ellos no cuestionarán, salvo "alucinaciones" como la que "le dio" a Sarkozy cuando hablaba de refundación. Yo, personalmente, le agradezco la "intención", pero siempre creí que enfadarse, dos minutos, no da resultado.

Espero que en Francia y en Alemania suceda lo que en España y que la izquierda -allí- releve a la derecha gobernante. Abriría nuevas posibilidades a la Unión Europea, porque lo del modelo social peligra, en serio, y hay que caminar hacia la integración político-social. La mejor solución. Pero hace falta implicar a toda la ciudadanía que cree en el esfuerzo y la solidaridad, como camino de defensa de nuestro estado de bienestar. Razones hay, para creer que podemos ser mayoría.

También hay razones para la esperanza. Claro que sí. Podemos influir en la "globalización", de forma pacífica e inteligente. Veamos.

Ya, el fantasma que recorría el mundo -el "otro" fantasma, digo- se está evaporando. Después de los "fogonazos de la revolución capitalista" el humo empieza a dejar ver el paisaje. El mercado -maná moderno- deja ver sus miserias. El camino a la prosperidad se está convirtiendo en camino de retroceso. En millones de vueltas atrás.

Nadie puede negar la mutilación del medioambiente ni, tampoco, la de enormes masas sociales privadas de lo más digno: el trabajo, la salud, la ilusión. Por supuesto, ni Merkel ni Sarkozy, son responsables de esto. Es el sistema, que pone "bajo vigilancia" infinidad de cosas y se olvida de vigilar al más decisivo: el dinero. No se puede vivir, en un mundo que pretender ser "humano", si a las personas se les obliga a llevar un pasaporte, vacunas en regla y hasta visados... y al dinero... no le exigen pasaporte -tasa Tobin-, como poco.

Las personas que "se mueven por el mundo", la gran mayoría, provocan actividad económica "positiva". La mayor parte del dinero que se mueve hoy -especulación- nos conduce hacia atrás.

Aún así hay que reconocer que, de entre las más destacadas "herramientas" de transformación social, el dinero y el trabajo -bien hecho- están por encima de las otras, seguramente. Quizás, en el equilibrio entre los dos factores, estaría la solución a la mayoría de los "entuertos" de la "libertad de mercado y capitales". Un verdadero insulto a la inteligencia y el humanismo.

Hay otra "herramienta transformadora" que influye, decisivamente, en todo "este embrollo". El consumo. Aquí, "los demás", todos los que no somos -ni tenemos- el dinero, tenemos la palabra. La sartén por el mango.

La idea es la siguiente: forzar, mediante el consumo inteligente, al lanzamiento a nivel planetario de un nuevo catálogo de derechos humanos que incluya: salud, educación, salario mínimo y sistema parlamentario en cada uno de los países miembros de la ONU. Estudiar las transiciones necesarias, en tiempo, pero con calendario discutido y aprobado en la ONU.
Este es el camino para poder defender, a nivel global, el modelo social europeo. Elevar el nivel social en los países emergentes y los de los sistemas feudales que aún perduran.
Entretanto, los consumidores, debemos "ayudar" a la idea, consumiendo productos de países que ya dispongan de ese nivel social, o que estén en camino y puedan beneficiarse de una transición aceptada en la ONU.

Este planteamiento no puede hacerse desde responsabilidades políticas y, mucho menos, de gobierno. Les cortarían el cuello -créditos, acuerdos comerciales, etc.- a la media hora. Pero es la próxima estación, de un tren que tenía otro destino: el bienestar social. El modelo social europeo, para todo el mundo, en la medida posible.

Habrá que utilizar la iniciativa ciudadana a nivel de país y europeo para: primero, llevar el asunto a la ONU. Segundo, poner en práctica una directiva europea que regule el etiquetaje de todos los productos del mercado con colores distintivos.
Fondo Azul para productos fabricados o elaborados en Europa.
Fondo Amarillo, para países con sistemas sociales equivalentes al europeo.
Fondo Naranja, para países en transición.
Fondo Rojo, para países que, teniendo recursos, mantienen sistemas denigrantes para el ser humano, en salario, salud, educación, régimen político.

Otra iniciativa popular europea será para exigir a la Unión que abra la discusión en la Organización Mundial del Comercio, u organismos competentes, para la desvinculación de los tratados comerciales o de otra índole con estos países. En todo caso, los países en vías de transición podrían mantener acuerdos con la UE.

Esta presión puede y debe hacerse, hasta obligar al G20, o lo que se quiera llamar, a una verdadera reforma integral del mercado y de las condiciones sociales en el mundo.

Las herramientas son: consumo inteligente, iniciativa en internet e iniciativa popular en los parlamentos.

Si los partidos tradicionales no comienzan a transitar por estos caminos, habrá que inventar plataformas sociales que compitan, desde la base, con los partidos de siempre.

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