miércoles, 11 de enero de 2012

¡Que pena!

Habría tenido que empezar a colocar, en el blog, las propuestas que denomino Legado Social. No lo haré, de momento, porque la derecha está por desgranar su "bomba de racimo" -sabremos más a partir de la elecciones andaluzas- y, la izquierda, sigue ensimismada.

He leído la ponencia marco del 38 congreso del PSOE y, aunque contiene un análisis cercano a la situación real de la sociedad, no entra a profundizar en ningún aspecto. Da la impresión de querer enseñar una imagen y luego taparla con propuestas cortas. Como el médico que te dice: "Tienes tal cosa, pero no pienso curártela".
Para ser más preciso lo definiría como: "Sabemos que la sociedad nos ha colocado en el punto de mira -a los partidos y los políticos- pero nosotros -los que vivimos del voto- os diremos hasta donde podréis llegar: A listas más abiertas y a la participación de los simpatizantes. Y... poco más. ¡Que pena!... no se enteran.

Hay dos errores, de gran calado, en la ponencia.

Primero, creer que la historia esperará por el partido socialista y, segundo, proteger los intereses profesionales bajo la capa de "partido de gobierno".

Ni lo uno, ni lo otro. Cuando una sociedad atisba una salida no espera por nadie. Véase lo que ha resultado de las elecciones en el País Vasco.

Llamar fundamentalistas de la democracia a quienes queremos una forma más social de entender la soberanía popular es, ni más ni menos, demostrar que se creen que las actuales reglas del juego son intocables y, lo peor, que ellos son los actores, los jueces y los beneficiarios.

Espero que el camino al congreso alumbre algún tipo de milagro. Que las discusiones fuercen un cambio en el partido socialista, a mejor. La sociedad necesita un partido socialista que pase por la depuradora, como los mejillones de la ría. Depurar ideas y aportar nuevas energías, con nombre y apellidos. Como poco deberían trazar una ruta corta que conduzca, a quienes llevan años en cargos, y no han aportado nada, a volver a la base.

Hay razones para una dimisión colectiva. La piden los cuatro millones y medios de votos perdidos y la gran mayoría de los que fuimos a votar contra la derecha. Creedme.

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