lunes, 5 de diciembre de 2011

20N: cuarta entrega. El P. S. podría ahorrarnos diez años.

Decía Carme Chacón, en respuesta a un grupo de periodistas, que, ahora, en el partido socialista, es tiempo de ideas. Yo, también lo creo. Pero lo importante es que se lo crea el resto de la dirección del partido, que lo será, al menos, hasta el próximo congreso.

Lo más importante del análisis no debiese ser el por qué, la derecha, retoma el poder. Aunque esto sea importante, no debe dejar en segundo plano, la necesidad de entender si el partido "popular" representa, en España -política y socialmente- al poder económico y financiero que domina sobre los gobiernos elegidos en las urnas. Si el partido "popular" es la representación más "genuina" del capitalismo, en nuestro país. 

Tal parece, pues las "reformas" que predicen los comportamientos de los gobiernos autónomos que tiene en su poder, van en la vía de rebajar el modelo social europeo, en buena sintonía con los "grandes" empresarios y la banca, a quienes atrae más los modelos asiáticos. Pero... ¿qué piensa, la ciudadanía, del partido popular?

Si la ciudadanía pensase que el partido "popular" es el "representante de la crisis" en España, no hubiese ganado las elecciones. Y, si la ciudadanía no lo piensa, el responsable es: el partido socialista.

Así es, y así ha sido el resultado electoral.

Estamos en plena crisis capitalista (humana, social, ecológica, de valores, financiera, empleo, consumo, etc.) y, el partido socialista, no se lo ha "comunicado" a la ciudadanía. Y tuvo tres largos años. ¿Por qué? 
¿Por qué las medidas más severas, se han tomado a destiempo?

La respuesta es muy sencilla. El partido socialista es, también, la crisis. Lo demuestra el resultado electoral. Y lo piensa buena parte del electorado.

Por lo tanto, es verdad. Es tiempo de ideas. Un partido socialista, con ideas "al día", no habría dejado que la derecha -representante genuina de la crisis- pusiera la cara de Zapatero a esta crisis, de calado sistémico.

La diferencia entre la derecha y la izquierda está, también, en el análisis. Si no hay buena salud, en el cuerpo de uno mismo, no curemos nuestro mal, en el cuerpo ajeno. La terapia debe comenzar adentro, en las ideas. ¿Por qué la ciudadanía -el electorado- ve al partido socialista, como un partido del sistema, sin más? ¿Lo es?

Esa es la respuesta que debe darse el propio partido socialista. O ser parte -gestora eventual- del sistema o ser una alternativa que profundice en el sistema "hasta devolver soberanía a los titulares": la ciudadanía.

De sobra, saben los dirigentes socialistas, que la tarea no es -solo- cosa doméstica, que lo es, sino una "tarea universal" y, antes que nada, europea. En el plano europeo nos estamos jugando -con la derecha dominando en las instituciones- buena parte del porvenir de la unión y, al tiempo, el modelo social.

Los años de expansión de la globalización han traído de todo, pero han profundizado las diferencias. Los ricos se han alejado de los demás, más que nunca, en los últimos treinta años. 

Si con la evidencia de lo que ha sucedido con esta crisis, con lo que se sabe hoy día, se permite al capital campar a sus anchas y seguir la acumulación, a costa de la mutilación social y del medioambiente, estamos perdidos. 

Vengan mil "Ches", y  nos saquen de esta o, mejor todavía, una buena formulación teórica de la izquierda europea y mundial, para elevar, "a universal", los nuevos derechos humanos: salario, sanidad y enseñanza públicas, sistemas públicos de pensiones -mínimos- universales. Los recursos para esta "evolución democrática" deben recaudarse en las tasas a los movimientos de capitales, especialmente a los no productivos.

Si la izquierda mundial no es capaz de plantear esta batalla, y ganarla, la derecha impondrá el modelo social pobre, porque las empresas europeas no podrán competir con las de bajo coste.

Si tales fuesen las conclusiones, en los debates internos del partido socialista, correspondería a la nueva dirección, sentar las bases para que, en España, la izquierda tuviese una estrategia -a medio y largo plazo- común. Un programa común de -toda- la izquierda, para que la crisis capitalista no vuelva a tener la posibilidad de liquidar el modelo social europeo, que debe universalizarse, al mejor nivel posible, en cada caso, o región.

Aquí, el partido socialista, podría ahorrarnos diez años, con un congreso adecuado a las circunstancias actuales y a los desafíos del futuro inmediato, a medio y a  largo plazo. Los desacuerdos puntuales -por lo tanto egoistas, en lo político- del corto plazo y los porcentajes de representación -que deben ser los reales, por votos, de las últimas elecciones generales- no deben privar a la ciudadanía de una izquierda -completa- que nos garantice que podemos dar esa "batalla universal".
(Continuará)

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